La iglesia de San Francisco Javier se presenta como un cautivador rompecabezas, cada piedra y detalle encajado con precisión.
Su construcción meticulosa, combinada con la robustez de la mampostería, revela la singular belleza andaluza. La torre, con sus ojos abiertos, nos invita a admirar las campanas que repican diariamente, mientras una sombra sutil adorna sus albanegas con azulejos de cerámica granadina de loza dorada. A pesar de haber enfrentado las rebeliones moriscas, el templo mudéjar, de planta rectangular y capilla mayor diferenciada, nos cautiva con un retablo del siglo XVI y hermosas imágenes barrocas de San Francisco Javier y la Inmaculada Concepción.
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