- Almería |
Carboneras
Preciosa ruta por el límite noreste terrestre del Parque Natural Cabo de Gata, que supone la culminación de toda nuestra andadura litoral por el Parque. Magnífico día y preciosa compañía.
Ya en Carboneras y habiendo desayunado, iniciamos el recorrido desde la parte norte de la localidad, concretamente desde la calle Piedra los Roncaores con buenas opciones de aparcamiento.
Nos asomamos a la playa con idea de encontrar alguna traza arrimada al mar que pudiera subir hasta la Torre del Rayo, pero desistimos de salirnos del proyecto tan temprano y retomamos rumbo hacia la salida del pueblo por las escalinatas de la calle Torre del Rayo que, a su término, nos habrán dejado en la puerta del atractivo hotel-spa Valhalla.
Continuamos calle arriba hasta la carretera AL-5107, junto a la que transitaremos con mucha precaución, con el mar a la derecha, durante 700 metros, punto en el que tomaremos un camino no demasiado evidente que nos acercará hasta la playa.
Hemos dejado atrás sin visitar la Torre del Rayo aunque las vistas desde allí merecen un cómodo desvío.
En la playa nos encontramos con algunas formaciones rocosas de origen volcánico tan características del Parque, en contraste con la majestuosidad abandonada del hotel del Algarrobico que nos sobrecoge amenazando al fondo.
Esta mole artificial, testigo muerto de disparate urbanístico e irresponsabilidad política, asusta en un paraje de gran belleza y riqueza medioambiental.
Algo más allá, en el Paraje del Lance, un pequeño grupo de casas junto a la arena de la Playa del Algarrobico parecen querer aislarse de la sombra del monstruo, entre exuberante y florida vegetación.
Vamos a continuar hacia delante otro kilómetro hasta que nos encontremos un camino entre vegetación, un cauce de agua, que tomaremos dentro de unos minutos. De momento, vamos a continuar mientras podamos hacia adelante bordeando junto al agua las paredes de roca. La huella va desapareciendo hasta que el firme se rompe y tenemos que destrepar para volver a trepar unos metros más adelante. La cosa se empieza a complicar. Llega un momento en que no podemos seguir avanzando sin mojarnos los pies. No sólo eso, tendríamos que echarnos a nadar para sortear la Punta del Santo, pienso que prácticamente hasta la Rambla de la Granatilla. Y no venimos preparados para ello.
Decidimos dar media vuelta y tomar el camino mencionado en moderado ascenso.
Desde la playa tenemos aproximadamente 700 metros hasta llegar al túnel, un paso subterráneo bien armado de unos 400 metros de longitud que nos llevará hasta el otro lado del túnel, nunca mejor dicho, evitándonos subir y bajar el monte y tener que cruzar la carretera por dos ocasiones.
El túnel no tiene luz, por lo que se hace prácticamente indispensable el uso de linterna de mano o frontal.
Salimos del túnel y bajamos enseguida a la Rambla de la Granatilla, límite del Parque en este área. Por la Rambla podemos bien bajar hasta su playa o bien subir hacia Sopalmo. O ambas cosas.
Subiendo por el ancho cauce vamos llenándonos de colorido, quietud y aromas mediterráneos. Entre el embobamiento, nos encontramos a nuestra derecha, pintando la roca natural, un arco iris policromático digno del mayor maestro impresionista. Un caprichoso lienzo natural que nos dejó sin aliento.
Continuamos subiendo hasta encontrarnos con un puente sobre el que discurre la carretera y que nos avisa de que, 30 metros antes de su base, deberemos abandonar la rambla por la derecha para, tras 700 metros en subida, haber alcanzado el precioso rincón de la fuente de Sopalmo.
Desde este punto se inician rutas de ascenso a las altas cumbres de Sierra Cabrera, cerros Arráez y Mezquita.
Nosotros decidimos hacer un descanso y tomar un refrigerio en uno de los barecillos del encantador pueblo, antes de iniciar el regreso por el mismo camino del túnel y Playa del Algarrobico.
El paseo lo hicimos a un ritmo bajo, disfrutando del estupendo día sin prisas, del mar, del monte, de los contrastes, hasta de la extravagancia.
A la vuelta, en la playa, se hizo de noche. Había luna llena. Estaba previsto y quisimos añadir a la ruta la magia de esta luz que tanto parece inspirar.
Cabe comentar, además, que desde las casas del Lance hasta Sopalmo caminamos totalmente en solitario, a considerar.
Protegerse de la radiación solar es vital, con mayor importancia en períodos estivales.
El respeto a la naturaleza y al medio ambiente es signo de respeto a nosotros mismos.
Espero que disfrutéis de este precioso paseo.