Ermita de San José

La Ermita de San José, un hermoso ejemplo de arquitectura neobarroca del siglo XIX, se alza majestuosamente como un símbolo de fe y devoción en la localidad. Este pequeño templo de planta de cajón, construido en mampostería enfoscada, es un tesoro arquitectónico que refleja la rica historia religiosa de la región.

Una de las características más destacadas de la ermita es su torre campanario de planta cuadrangular, que se eleva con gracia desde el lateral izquierdo del edificio, añadiendo un toque de elegancia y verticalidad a su estructura.

Al entrar en la ermita, los visitantes son recibidos por una atmósfera de serenidad y devoción. En su interior, una hornacina adornada con ornamentos florales acoge la escultura de San José, patrón de la ermita, sobre un paso procesional que ocupa un lugar central entre el altar y la escultura. La bóveda de media naranja que corona el altar añade un toque de grandiosidad al espacio sagrado.

La ermita ha experimentado remodelaciones a lo largo de los años, siendo una de las más significativas la llevada a cabo en el año 1710 por el sacerdote José Gómez de la Torre, quien financió las obras y donó la famosa "Parata de San José". Además, este devoto sacerdote también construyó la Capilla de la Virgen de los Dolores en la iglesia, donde finalmente fue enterrado.

Una tradición arraigada en la comunidad es la procesión anual de San José, en la que los "quintos" llevan al santo desde la ermita hasta la iglesia, donde queda custodiado para su posterior procesión el 19 de marzo. Esta celebración religiosa une a la comunidad en torno a su patrón, fortaleciendo los lazos de fe y devoción entre los habitantes del lugar.