La Iglesia de San Joaquín, inicialmente una ermita, fue inaugurada en 1861, pero las obras continuaron hasta 1866-1867, incluida la construcción de la torre finalizada en 1868. En 1900, gracias a la suscripción popular y la iniciativa del párroco Juan Bautista Sánchez Moreno, se mejoró con un destacado retablo gótico-mudéjar del tallador Alfredo Fábrega. El Ayuntamiento optó por la construcción de un nuevo templo, ampliando la antigua Ermita de San Joaquín para satisfacer las necesidades religiosas locales, especialmente la celebración del Bautismo. La iglesia fue restaurada en los años setenta, con modificaciones en la fachada y la eliminación de un antiguo reloj de la torre. Consagrada a San Joaquín en 1888, alberga la imagen de la Inmaculada y las imágenes de los pasos de Semana Santa.
La Iglesia de San Joaquín, previamente ermita, no se completó hasta 1866-1867, a pesar de ser inaugurada en 1861. La construcción de la torre se llevó a cabo posteriormente, finalizando en 1868.
En el año 1900, experimentó su transformación más significativa gracias a la iniciativa del párroco Juan Bautista Sánchez Moreno y la suscripción popular. Se le añadió un magnífico retablo gótico-mudéjar, elaborado por el tallador albojense Alfredo Fábrega.
El Ayuntamiento tomó la decisión de erigir un nuevo templo, basándose en la remodelación y ampliación de la antigua Ermita de San Joaquín. Uno de los motivos fundamentales fue la necesidad de contar con un espacio para la celebración del sacramento del Bautismo, evitando así los inconvenientes de desplazarse a Vera, especialmente en casos delicados de salud de los niños.
La última restauración de la iglesia se realizó en los años setenta, implicando modificaciones en la fachada y la eliminación de un antiguo reloj de la torre. En la plaza frente a la iglesia se encuentra la imagen de la Inmaculada, que alberga las imágenes de los pasos de Semana Santa. La iglesia fue consagrada a San Joaquín, el patrón de la localidad, en 1888.