Ermita de San Antonio de Padua

La Ermita de San Antonio de Padua, erigida en 1757 por la contribución de los vecinos Manuel López Navarro y Magdalena Artés, es un modesto templo que refleja la devoción religiosa de la comunidad de Alhama. Con una planta rectangular y dimensiones modestas, su diseño presenta una cubierta plana, una fachada adornada con un frontón clásico y una espadaña que alberga una pequeña campana, coronada por una cruz metálica.

A lo largo de su historia, la ermita ha experimentado varias transformaciones significativas. En la década de 1940, sufrió el hundimiento de su cúpula central, lo que requirió una rehabilitación que le otorgó el aspecto que presenta en la actualidad. Más tarde, en los años cincuenta, fue sometida a una restauración completa, durante la cual se decidió reemplazar la cúpula original por una cubierta plana, alterando su apariencia original pero garantizando su estabilidad y durabilidad a largo plazo.

Ubicada en el corazón del casco antiguo de Alhama, en la Placeta de San Antonio, la ermita sigue siendo un importante punto de referencia para la comunidad local y un lugar de veneración para los devotos de San Antonio de Padua. Su modesta arquitectura y su historia reflejan la fe y el compromiso de generaciones pasadas, mientras que su presencia continua en el tejido urbano de Alhama la convierte en un elemento icónico de la identidad del pueblo.